miércoles, 15 de mayo de 2013

ESCRACHE, ¿DELITO O LIBERTAD DE EXPRESIÓN?

En la presa digital de hoy, 10 de mayo, encontramos publicada la noticia del sobreseimiento de la demanda presentada contra los autores del escrache a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Para acceder a la noticia, pulse aquí.
En este caso, el juez, ha puesto en un nivel superior la libertad de expresión y reunión frente al posible delito por acoso. Pero, ¿hasta qué punto prevalece la libertad de expresión?, ¿Dónde se encuentra el límite entre la libertad de expresión y las amenazas o la coacción?, ¿Es simplemente una reunión o se trata de una manifestación no autorizada? y por último, ¿Qué supone que los escraches se desarrollen en la puerta del domicilio particular de una persona?
Los escraches se mueven en la frontera de lo legal y lo ilegal, de lo legítimo y lo ilegítimo, de lo moral e inmoral. Un ciudadano tiene derechos y obligaciones que entran en conflicto en estos casos. Refugiándose en la libertad de expresión vulneran el derecho a la intimidad, como mínimo, de sus "objetivos" y familias.
Deberían plantearse si el escrache es la mejor manera de practicar la libertad de expresión y si el domicilio particular de una persona es el lugar adecuado. La libertad de unos se contrapone con la de los otros, lo que hace más complicado tomar una postura a favor de unos u otros.
Para concluir, después de analizar ambas posturas, he de decir que nuestra opinión no es favorable hacia los escraches tal y como se plantean, ya que a pesar de tener el derecho a expresar su libre opinión no lo hacen a través del canal adecuado.
Una manera muy buena para visualizar el hecho de que los escraches atentan contra la persona que los sufre es ponerse en su lugar: ¿Qué nos parecería si una multitud exaltada de personas nos abordase en la puerta de nuestra casa donde vivimos con nuestros hijos, pareja, padres...? ¿Qué haríamos?
Por otra parte, el hecho de no estar de acuerdo con las formas, no significa que no entendamos la desesperación de las personas que han sido desahuciadas o están a punto de serlo.  Sin embargo,  en este caso, pensamos que el fin no justifica los medios.



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